Sin duda el legado, y el papel de Greta Thunberg para la humanidad, serán valorados en un futuro no muy lejano. Por ahora solo nos queda disfrutar del eco de sus palabras, en miles de personas en el mundo, soñando con una esperanzadora quimera: otro mundo sí es posible.
Por: Felipe Pineda Ruiz / Democracia en la Red
Los titulares de la lucha a favor del medio ambiente, y el cambio
climático, parecen haber cambiado de protagonistas en los últimos meses. La
figura menuda, de una pequeña de 16 años, ha logrado patear por completo el
tablero mediático mundial. Greta Thunberg (Estocolmo, 2003) ha captado la atención
de los medios por lograr, en tiempo récord, poner en el centro de la agenda
pública este fenómeno mediante diferentes campañas: en un comienzo con su
huelga semanal, al frente del Parlamento sueco, denominada “fridays for future”; luego su lucha continuó con “strike for future” y últimamente Thunberg
se embarcó en sacar adelante “flygskam
(vergüenza de volar)”.
Las dos primeras manifestaciones con un objetivo principal: emplazar
públicamente a los adultos, y a la clase política en general, por su
negligencia para actuar contra el cambio climático mientras que “flygskam” continúa persuadiendo a la
opinión pública de no volar en avión por la carga contaminante que este tipo de
transporte genera, algo que constata la Agencia Europea de Medio Ambiente, que
señala como los aviones generan 285 gramos de CO2 por kilómetro viajado, cifra
inmensamente superior a los 158 que un automóvil emite.
La movilización de Thunberg, en los dos últimos años, ha crecido
vertiginosamente y, ante todo pronóstico, ha trascendido las fronteras
escandinavas para convertirse en un fenómeno global: su discurso (https://urlzs.com/WmQn8) tuvo cabida en el COP24, celebrado en Katowice (Polonia), a
finales de 2018, y
“Fridays for
future” logró el pasado 15 de marzo convocar a
más de 1,4 millones de jóvenes simultáneamente en 125 países, y 2083 ciudades.
De ahí en adelante las críticas no se hicieron esperar. Primero,
desde la extrema izquierda y el anarco ecologismo: los primeros acusando a la
joven activista sueca de ser una marioneta al servicio de Mercedes Benz, la
familia real de Mónaco, y grupos económicos interesados en los negocios
relacionados con el Green business y la economía verde sostenible. Todo,
decían, aupado por sus connotados padres: artistas mainstream con amplias
conexiones en Suecia. Luego, la arremetida llegó desde la extrema derecha:
ataques centrados en minar su credibilidad, debido a su edad, y en hacer
énfasis en sus múltiples trastornos psiquiátricos: cabe recordar que Greta fue
diagnosticada en 2014 con el síndrome de asperger.
Al margen de la trivialización, y demonización de su lucha, lo
realizado por Thunberg no está exento de ser catalogado como heroico y nos
plantea algunos interrogantes: ¿es valido censurar su activismo por su
parentela? ¿es necesario beber de la fuente de la ortodoxia ideológica para
ganar legitimidad política, y hacerse a un lugar entre los aceptados para
realizar rupturas que generen cambios tangibles en las sociedades?
Si eso fuera así los dueños del monopolio de la transformación
social tendría que hacerle juicio político no solo a Thunberg sino a Bertha
Cáceres, Francia Márquez, Wabgari Maathai, Uros Macerl, y otros cientos de
activistas por defender el planeta sin contar con la anuencia del politburó y/o
la nomenklatura global.
Sin duda, esa visión obtusa, y determinista, sigue anclando al
movimiento social global a formas lineales de acción, y organización, que
excluyen a actores no pertenecientes a las lógicas de los antiguos partidos de
masas, y a la partidocracia en sí.
Y es que al examinar los artículos y discursos de Thunberg, es
posible percibir algo más profundo que una simple estrategia de marketing
fraguada por poderes fácticos. En “Dejad
de pedirnos la solución a vuestro caos” la joven prodigio sueca menciona
aspectos endémicos y estructurales que propician la debacle ambiental actual al
señalar: “Necesitamos una visión
holística que se enfrente a la crisis de sostenibilidad y al desastre ecológico
al completo. Y por eso no dejo de repetir que tenemos que empezar a tratar la
crisis como la crisis que es. Porque solo entonces, y solo con la guía de la
mejor ciencia que tenemos a nuestra disposición (como se indica claramente en
todo el Acuerdo de París) podremos empezar a crear juntos ese camino global
hacia delante”.
En suma Thunberg coincide implícitamente con la idea de que no es
posible hablar de crisis ambiental, y cambio climático, sin hablar de
capitalismo o modelo depredador y de acumulación, que se ha servido de la
explotación de los recursos humanos, y naturales, para crear riqueza para
pocos.
Sin proponérselo esta ambientalista ha vuelto a abrir una
discusión en boga actualmente: no es el antropoceno
sino su derivación más perversa, el capitaloceno,
la era en que vivimos (https://urlzs.com/zakkX). No es el hombre el único
culpable de este desastre sin reversa sino el capitalismo, raíz principal de la
destrucción, acumulación, y despojo, que dominan el mundo contemporáneo y que
tiene unos responsables principales: el poder del 1% de mortales que lo
controlan desde la trastienda.
Sin duda el legado, y el papel de Greta Thunberg para la
humanidad, serán valorados en un futuro no muy lejano. Por ahora solo nos queda
disfrutar del eco de sus palabras, en miles de personas en el mundo, soñando
con una esperanzadora quimera: otro mundo sí es posible.
Twitter: @PinedaRuizBog
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