Estoy estudiando la existencia de otras experiencias exitosas de radio comunitaria, y encuentro que en la mayoría de los casos, la empoderación y apropiación de la radio por parte de la comunidad, determina el resultado de esta.
Por: Carlos Mario López Jeréz / Democracia en la Red
Cuando inicié el
esfuerzo de escribir este relato, imaginé utilizar un estilo que denunciara lo
que pasa frente a nuestros ojos, un escrito que pudiese llamar la atención de
la opinión pública, sobre el tema de la radio comunitaria que hoy abordo; pero
entiendo lo importante de reflexionar sobre el mundo de la radio comunitaria y
su contexto, por esto voy a tratar de contar las dinámicas de manipulación a un
instrumento que supone un carácter democrático y participativo, pero que en
Colombia hoy está secuestrada por el establecimiento.
Aunque algunos
filósofos como Lasswell consideraron a la comunicación cómo un camino a la
democracia, hoy en Colombia la radio comunitaria está secuestrada, cuando digo
secuestrada me refiero al manejo de las emisoras en los municipios de
Cundinamarca, pues en la mayoría de los casos ASOJUNTAS es quien tiene el
control de estas, y a su vez el gobierno de turno de cada municipio, pues son
entonces los alcaldes los que dicen que se comunica, como se hace, quienes lo
hacen y qué se invierte el dinero; una realidad lejana a los ideales
democráticos pensados con la comunicación.
Estos manejos
generan grandes distancias al ciudadano común de "su radio", del
espacio que supone la participación, lugar que debería estar dispuesto para la
comunicación de "su comunidad", creando esa distancia entre los
líderes de opinión y la gente que recepciona el mensaje, en ese contexto la
radio comunitaria no cambia el paradigma de la comunicación, por el contrario
fomenta la apatía a la participación, dejando a las emisoras en su escencia
democrática, como otro buen cuento para narrar.
Sí me equivoco,
nada mal está, pues este es en un ejercicio fenomenológico, aquí no tengo la
verdad, esto es una construcción desde mi experiencia de comunicador, por esto
la relevancia de recordar; de escudriñar esa observación que me podría
convertir en un científico social. Hace unos años, por allá en 2014 cuando hice
mis primeros pinitos de radio en la emisora comunitaria Chía, entendí varias
cosas en términos de producción y
dinámica política,; una de las condiciones que exigía Luna Estéreo era
el pago mensual por hacer uso de unas pocas horas al aire, quisiera decir que
por cuatro horas al mes me pedían una cifra irrisoria, pero lamento recordar,
era alrededor de medio millón de pesos, lo que hacía que mi proyecto radial
fuese insostenible acortándolo a un par de meses.
Este tipo de
cobros, basados en argumentos de rentabilidad, pretenden excluir a aquellos
independientes que puedan comunicar otra visión, que no represente al gobierno
de turno, por esto impedimentos de tipo financiero truncan el ejercicio
periodístico comunitario. En este punto entiendo que han secuestrado la radio
comunitaria, está secuestrada desde el momento en que pierde su carácter
popular, al funcionar como una empresa privada. En el caso de Chía, la radio
era dirigida por el hermano del alcalde, que de comunicador tiene poco y de
político mucho, una corbata que decide sobre la
herramienta comunicativa del
"pueblo", cuartando cualquier
sentido crítico de lo establecido, un hecho monopólico, un rapto de la
comunicación.
Es cierto que
otros comunicadores, llegan a un acuerdo con el gobierno local, teniendo la
posibilidad de usar la radio
comunitaria, de informar y estar allí en contacto con la comunidad, eso lo
aplaudo, pero aprieto mis dientes de pensar, que les toca informar, lo que el
gobierno quiere y no le incomoda. Esto no los hace villanos, tampoco enajenados
de la realidad, pero sí los cohíbe en su dimensión crítica, distanciándolos de
ese periodismo imparcial que algunos pregonan; aunque respeto la parcialidad y
creo en ella por eso hago este escrito, considero que el ciudadano oyente de
esta radio no lo entiende así, el recibe el mensaje parcial y conveniente, esto
tiene su efecto, causando modificaciones operantes en su sistema de
pensamiento, sentimientos y opiniones, un ejercicio controlado, de verdades
absolutas, alejando al ciudadano de cualquier elemento crítico, que le permita
controvertir al gobierno de turno, por esto digo que surge la manipulación y el secuestro de la radio comunitaria.
Las emisoras
comunitarias no son empresas con fines lucrativos sino democráticos, estos
nodos están monopolizados como la mayoría de la comunicación en Colombia, por esto hay que repensar la reglamentación
de estos espacios, pues en la práctica no se cumple la ley. Aunque esto no
parezca importante, así está reglamentado; la Resolución número 00415 DE 13 Abr de 2010, en
el artículo 5 parágrafo 1 y 2 dice “1. Difundir la cultura, afirmar los valores esenciales de
la nacionalidad colombiana y fortalecer la democracia. 2. Garantizar el
pluralismo en la difusión de información y opiniones, así como asegurar los
derechos y garantías fundamentales de la persona.” tal como se lee es ideal
y muy bonito, pero en las tensiones políticas, en los temas que convoca el
interese del gobierno municipal, ¿se cumple la ley?, ¿se garantiza la
pluralidad?.
Algunos meses después de culminar el
proyecto en la emisora de Chía, venía liderando una
protesta socio-ambiental, en contra de una Alianza Público Privada de
iniciativa privada que el gobierno municipal venía impulsando, era una troncal
de ocho carriles, que pasaría por encima de la Reserva Thomas Van der Hammen y
convertiría cuatro veredas de Chía en un corredor industrial de ocho
kilómetros; Junto a la comunidad elevamos la protesta con marchas y reuniones,
implementamos una estrategia de comunicación comunitaria para informar por
medio de perifoneo, redes sociales y voz a voz, una interesante mezcla, pero
que nos ocupará en otro momento. Pues en Luna Estéreo “la Emisora
Comunitaria” no podíamos hablar, solo el alcalde y su secretario de
gobierno tenían la potestad para referirse al tema.
No sobra
agregar; jamás permitieron el debate al aire, emitieron información parcial y
estigmatizaron a los ciudadanos que estábamos involucrados en el asunto, con
señalamientos y macartismos, fue la censura entonces quien reino en la emisora;
no voy a decir el nombre del comunicador que en esos días trabajaba el
noticiero de la mañana, donde se hablaba de la APP, pero si tengo que decir que
una mañana llamé a la emisora, pidiendo me dejaran hablar y recuerdo como el
comunicador en cuestión me dijo -no lo puedo pasar al aire, usted me
entiende me lo tienen prohibido- En ese momento entendí que estaba en
frente de una radio secuestrada, que servía al gobierno y no a la comunidad,
una radio que no trabajaba por el pluralismo, sino por el contrario un lugar
que mostraba una sola cara de la moneda.
Estoy estudiando
la existencia de otras experiencias exitosas de radio comunitaria, y encuentro
que en la mayoría de los casos, la empoderación y apropiación de la radio por
parte de la comunidad, determina el resultado de esta, sin embargo vale la pena
acotar, en el contexto socio-político colombiano, los líderes comunales
electos, son la duplicidad en pequeña escala de nuestra fracasada democracia
representativa, su poder político es cooptado siempre por el gobierno de turno,
esto hace que la comunidad no determine el destino de la radio, mientras sea
ASOJUNTAS quien decida, la radio nunca más será comunitaria.
Al final, esto
es solo una anécdota, un recuerdo, un suceso que queda en mi experiencia, que
genera la necesidad de contarle a la gente que es la radio comunitaria en
Colombia, que de comunitaria no tiene mucho, una reglamentación con la
necesidad de replantearse, una radio hecha para que la domine el poder
político, carente de pluralismo y sin sentido democrático, el acceso real de la
gente a esta herramienta es nulo, esperemos sea un lugar para la democracia no
para que repitan el ejercicio de los grandes medios en Colombia.
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